A veces me resulta increíble como los mismos conceptos se repiten en diferentes obras y a través de diferentes autores (o como nuestra mente se encarga de atarlos aunque tengan poco que ver). El viernes estaba leyendo un apunte (del Programa de Comunicación Institucional que estoy haciendo en la Austral) de George Lakoff titulado «No pienses en un elefante« donde describe el modelo del padre estricto mediante el cual los republicanos miran la realidad y terminan aplicando en cuestiones tan importantes como planes sociales o medidas económicas:

«En la ley de la naturaleza de Adam Smith, si cada uno persigue su propio interés, entonces, a través de la mano invisible, por naturaleza, se maximizará el interés de todos. Es decir, es moral perseguir tu propio interés, y hay una expresión para definir a aquellos que no lo hacen. Esa expresión es «los que van de redentores por la vida» [En el original, «do-gooders», en sentido irónico]. Una persona que va de redentora por la vida es alguien que está tratando de ayudar a los demás sin que nadie se lo pida, interfiriéndose en el camino de quienes persiguen su propio interés. Los redentores estropean el sistema».

Y un par de días después, me llamó la atención una frase de Kafka que resumía un poco la misma idea:

“Vivimos en una época tan poseída por los demonios que pronto sólo podremos practicar la bondad y la justicia en la más profunda clandestinidad”

Esta frase de Kafka la encontré en una de las crónicas presentes en el libro «La tierra Elegida» de Juan Forn y como para terminar una semana pesimista, ayer miré Inside Job, un documental genial y necesario sobre la crisis económica actual.

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